Una mirada sucinta del devenir histórico y cultural de Reynosa, desde la antigüedad hasta el presente, basada en profesional investigación historiográfica con interesantes fotografías e inédita iconografía del valioso patrimonio cultural de esta gran ciudad, cuyo nombre se origina en el linaje de su pasado. Edición Especial Cultural Conmemorativa del R. Ayuntamiento a los 250 años de la Fundación del Nuevo Santander, hoy Tamaulipas.

Lic. Oscar Luebbert Gutiérrez

Me congratula brindar a los lectores esta importante obra, de elaboración paciente y cuidadosa, de profunda búsqueda en múltiples fuentes documentales e iconográficas, muchas de ellas nunca antes referidas o publicadas, y apoyada en la interpretación rigurosa de las mismas, pero expuesta de manera clara, de tal modo que también tenga un valor didáctico que estimule el interés y el estudio, aunados a la participación creativa en la forja cotidiana de nuestra gran ciudad. Quiero hacer un reconocimiento a quienes participaron en la compleja elaboración de este libro, y desear que sus páginas alienten el sentido de arraigo, pertenencia e identidad que el Ayuntamiento de Reynosa promueve para fortalecer la cultura local en el mosaico pluricultural de México.
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15. Irrupción violenta de los indios de las praderías



Durante su avance al norte del río Bravo en la época colonial, los españoles se toparon con numerosas tribus de indios, destacando los Apaches, grupo indígena de la familia lingüística ataphascan, pobladora de las grandes praderías de Norteamérica, cuyo modo de vida errante se ligaba a la cacería de bisonte (o búfalo). Los Apaches eran muy guerreros y desde un principio establecieron un frágil equilibrio entre la guerra y la paz con los españoles, situación que se hizo cotidiana en el Septentrión de la Nueva España.
Este conflicto crónico se agudizó a partir del siglo XVII, al aparecer en el escenario un nuevo grupo indígena, los Comanches, pertenecientes a la familia lingüística Shosona, que enseguida chocaron y empujaron a los Apaches sobre los asentamientos novohispanos.
En el siglo XVIII y al aumentar las incursiones de los indios en las praderías, que se desplazaban con agilidad al disponer de caballos, el gobierno español reforzó el sistema de defensa basado en presidios de frontera, hasta constituir la Comandancia de las Provincias Internas en 1776.
En el norte del Nuevo Santander los ataques de Apaches y Comanches se dejaron sentir a fines del siglo XVIII en buena medida, porque los indios acudían a apropiarse de la caballada mesteña que pastaba entre los ríos Bravo y Nueces.

Asentamiento de indios de la pradera de Norteamerica
Caceria de bisonte o bufalo americano indios de las praderasComo medida de defensa el gobierno de la provincia y la Comandancia de las Provincias Internas de Oriente establecieron en Laredo la Tercera Compañía Volante del Nuevo Santander, con la misión de impedir el paso a los indios, estuvo integrada con hombres provenientes de todas las Villas del Norte, Reynosa incluida. Si bien este aparato defensivo pudo contener la amenaza, al ocurrir la guerra de insurgencia surgió una profunda desarticulación, lo que permitió a los indios avanzar inconteniblemente sobre las inermes provincias del Septentrión de la Nueva España.
Al consumarse la independencia nacional el problema de los indios de las praderías se incrementaría para los nacientes estados del Noreste, ya que estos grupos fueron estimulados por los colonos angloamericanos que avanzaban hacia el Oeste del Mississippi, al negociar con ellos el botín de sus depredaciones a cambio de armas, alcohol y otros productos, con los que se aumentó el grado de peligrosidad de sus incursiones, al tener principalmente un propósito de lucro. Estudios antropológicos aseguran que los indios de las praderías invadían el territorio mexicano también para acopiarse de peyote, planta sagrada para ellos; así como para tomar cautivos a mujeres y niños, a quienes integraban a sus comunidades.
A partir de la independencia de Texas en 1835, las incursiones de los indios se hicieron más constantes y terribles, aprovechando la frontera indefinida que se originó a causa de este conflicto. A partir de entonces cruzaban sin dificultad grandes contingentes hacia el sur del río Bravo, penetrando hasta el norte de Zacatecas y San Luis Potosí. Para las Villas del Norte de Tamaulipas la guerra india se convirtió en una terrible pesadilla que produjo numerosas muertes, elevadas pérdidas económicas y la angustia por el secuestro de personas. Desamparados por el ejército nacional, que era incapaz de enfrentarse a un amigo tan escurridizo, sus habitantes organizaron la autodefensa, aunque en ocasiones tuvieron que lamentar varios dolorosos acontecimientos, como el ataque en 1844 a la ranchería de Los Moros, municipalidad de Guerrero, o el fin de la vida ranchera entre los ríos Bravo y Nueces.
Al definirse la frontera internacional entre México y Estados Unidos en 1848, prácticamente cesaron las incursiones de los indios de las praderías al norte de Tamaulipas.